En el libro “Un instante eterno” (Ed. Siruela 2021) el filósofo y escritor francés contemporáneo Pascal Bruckner (73) asegura que “el cerebro es una especie de motor de combustión lenta al que hay que alimentar con energía, con información, con reflexiones y, salvo en los casos muy particulares y evidentes el cerebro con 70 años puede ser mucho más abierto y mucho más eficaz que un cerebro de 30 o 40 años”.

Bruckner propone renacer a la vida a partir de los 50. Renacer envejeciendo, pero con los sentidos despiertos y las pasiones encendidas. En sus propias palabras: “envejecer no se trata solo de jugar a las niñeras o de compartir recuerdos melancólicos; se trata de pasar por luchas comunes, de fijar metas, de tener proyectos”.

“Un instante eterno” Pascal Buckner
“Un instante eterno” Pascal Bruckner

Lo cierto es que Pascal Bruckner anima a las personas mayores a la rebelión frente a la resignación; a la persistencia, frente a la discriminación. En definitiva, a vivir la vejez (porque como él mismo indica, “es la vejez lo que se prolonga, no la vida”) como parte de la vida, y no como un ensayo previo al descanso final. Finalmente, el también periodista reivindica a aquellos que“ luchan de forma incansable por permanecer en la luz, para no caer en la categoría de los invisibles”.

El propósito de este preludio es darle lugar al tópico del mes de abril de El Club de la Porota: EL ARTE EN LA VEJEZ. ¿Es posible transformarnos en artistas en la vejez? y si ya lo somos… ¿tenemos posibilidades de desplegar nuestro mayor potencial artístico en esta etapa de la vida? Quizá, tal vez, las preguntas se respondan por sí solas. Bruckner y este espacio gerontológico nos han habilitado a sostener un “sí” que trasciende (sin desmerecer en absoluto) las propuestas lúdicas, recreativas, de estimulación en formato de… “talleres para personas mayores”. Ya lo sostuvo en su momento, Lukas Esquivel, director de la agrupación de percusionistas, bailarines y músicos “Fuerza Mayor”: “Tendremos que aprender, como sociedad, a admirar por fuera de la mirada hegemónica del mercado de la estética para acceder al mágico e infinito mundo de las viejas y viejos artistas de la vida que pueden cambiar realidades, el mundo que les rodea, y tocar el corazón de quienes se dejan atravesar por el hechizo”.

Leé la nota completa en la página del Club de la Porota

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